En el día después del "Día del Español" las ocurrencias al respecto me atacan en forma de golpes casi físicos. Me hace gracia el "Día del Español". ¿El resto del año no lo es? ¿Qué hablamos, pues? De verdad que es perfecto que se haga un díadeloquesea, si estamos a favor de todo, pero hacia algo tan ingente, tan inconmensurable, tan TODO, no podemos hacer un bobo "Día del Español". Sobre todo y ante todo porque se siguen cometiendo atrocidades con el idioma. A diario. No se respeta lo suficiente, los periodistas lo siguen maltratando, se sigue hablando mal y escribiendo peor. Y, bueno, lo de la mamarrachada de la palabramásvotadamásbonitamáschorra no tiene perdón de los dioses, pero que, encima, "gane" (¿qué se "gana", por Tutatis?) algo como lo que ha "ganado", y, entiéndaseme, por favor, siempre con todos los respetos al pueblo, región, ciudad, comunidad y gentes a las que alude, ¿por qué? ¿Por cómo suena, su "fonética", su sonoridad, su cadencia, la musicalidad que quieran atribuirle? ¿Por lo que significa? ¿Por quien la propone? ¿Porque toca? ¿Por la supremacía de las redes sociales? ¿Por la tan traída y llevada (y no opinada por mí) ranciedad de la Academia? ¿Para que ambas cosas se toleren y convivan y no parezca que la tecnología mata a la ranciedad de la Academia ni para que ésta, la Academia, se nos muestre menos rancia? El idioma es nuestro, por supuesto, de todos sus hablantes, pero dejemos que criben, depuren, mantengan los elementos que lo componen a los sabios. Purismo, sí, pero sirve. Y fija. Y da esplendor.